Ramiro, mi amigo

RAMIRO, MI AMIGO. Lo conocí, no personalmente, sino por referencias, allá por 1961; las primeras me las dio Gastón Requena Costas, que oficiaba ocasionalmente como profesor suplente de la cátedra de Filosofía en el colegio Teodomiro Beltrán cuando Armando Rocabado que era el titular se ausentaba; yo le había pedido a Gastón que buscara entre […]

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