Un día como hoy nació Ramiro Barrenechea, dirigente estudiantil, diputado y ministro, a quien, por azar de la dictadura de Banzer, tuve como alumno de Filosofía del Derecho: yo vi la convocatoria a exámenes de competencia que arrancaron los estudiantes a la burocracia universitaria, y como nadie se presentaba, a instancias de ellos me presenté.
Tuve como rival a un sacerdote doctorado en Roma y le gané. Entretanto, al menos tres exiliados por el Banzerato habían vuelto al país y reanudado sus estudios de Derecho: Fernando Gonzáles, Guillermo Richter y Ramiro Barrenechea. Se inscribieron en mi materia y la rindieron con honores.
Esa fue la primera vez que conocí a Ramiro, pero antes lo conocí gracias a mis lecturas de poesía.
Como que es letra suya la Ordalía Inconclusa, que estrenó un conocido grupo musical e incluía el Poema Libertad, de Paul Eluard, que repetimos hasta hoy los de mi generación:
Por el pájaro enjaulado, Por el pez en la pecera… Yo te nombro: Libertad.
Ramiro era un hombre valiente. Dejó su testimonio sobre la resistencia a los paramilitares de Banzer, y cuando el general Torres se hizo fuerte en El Alto, le manifesté que íbamos a pedir armas a la Séptima División, para luchar contra Banzer y él se mostró asequible.
Luego volví a verlo varias veces, siempre cordial y cariñoso, gracias a mi amistad con Gustavo Giacoman, quien comandaba junto a José Roberto Arze y a Ramiro una troika generacional indestructible.
Hace pocos meses supe de su muerte: él quería retirarse a una casita heredada de su abuelo en Huañacota, a escribir una novela. La muerte lo sorprendió en el intento.