Dos alas del mismo vuelo

Al parecer con motivo de la publicación formal de “Dos alas del mismo vuelo”, Ramiro escribió este requerimiento en forma de carta. Hay que recordar que la edición precaria en fotocopia (que a pesar de todo viene a ser la Primera Edición) circuló desde 2006 pero en tirajes muy limitados. La presentación de la Segunda (Santa Cruz, Copy-BolGraf, 2012) se realizó en Cochabamba con auspicios de la UMSS a fines de junio de 2012.

Carta para los que no leyeron ni leerán Dos Alas de un mismo vuelo

Para que se escriban las próximas mil páginas, se editará, sin ninguna de las formalidades de ley, un libro impío, destinado a figurar en el índex librorum prohibitorum de los guardianes de la fe, que definen a la política como el arte de lo posible y no como la concreción de las utopías.

Hay quienes tomarán esta noticia como una amenaza, otros como una promesa. Que son la misma cosa.

Dos alas de un mismo vuelo, parcial, disperso anecdotario personal, es, sin embargo, un desafío para la generación presuntamente perdida.

En efecto, unos murieron en Teoponte — ara del martirologio “necesario”– para redimir la sangre de quienes cargaban el profundo sentimiento de culpa por no haber muerto con el Che. Otros murieron para adentro, por las mismas razones. En lugar de conseguir la liberación del alma, ese pecado capital, se convirtió en la herida sin cerrar que pesa sobre todos nosotros.

No hubo sobrevivientes.

Somos fantasmas buscando nuestros huesos perdidos. Con la vaga esperanza de que nunca los encontraremos.

Por eso leemos sólo las memorias que hacen un recuento justificatorio o condenatorio de las muertes o las que las encubren,

Un miedo atroz nos persigue. ¿por qué no morimos entonces, para que nuestro recuerdo esté vivo?. Si la muerte nos habría amedrentado alguna vez, quizá se justificaría ese temor.

Pero siempre estuvimos dispuestos a entregar la vida por la revolución. ¿No éramos acaso, los Pavka Korchaquin invencibles , sin cuya filiación no podríamos haber aspirado a ser los hijos del hombre nuevo, del Che?

Nos avergüenza no ocupar una heroica, aunque sea anónima tumba. Somos cadáveres en busca de su muerte, para poder vivir en el tiempo.

Por eso cualquier esfuerzo memorialista naufraga en impersonal historiografía o en sesudos ensayos filosófico-político-socio-económicos.

Tocar tu sangre es muy peligroso. Es enfurecer a los fantasmas del alma.

Muchos se entusiasmaron con Dos alas… pero no lo leen ni lo leerán, para no descubrir que son tan humanos como el trigo o el aguacero, que no quedan en el bronce.

Sólo he conocido un lector: Carlos Soria Galvarro, que tardó casi tanto tiempo (que sus primeras mil páginas) en escribir un prólogo a la segunda edición. Aunque, según JRA, es la primera, pues los 37 ejemplares que circularon fotocopiados sólo pueden considerarse una edición de prueba. Roberto, al contrario de Carlos que leyó el texto de un tirón, picoteó sus páginas, sin saborear Dos alas… y lo hizo con verdadero esfuerzo de hermano . En este caso ¿para qué pensar en una edición formal, si de los 35 restantes ejemplares sospecho que casi todos corrieron la misma suerte? Ni siquiera algunos acusados leyeron todo el texto, sino los capítulos que los involucran. Y no respondieron, por lo menos yo que les hice llegar el volumen no recibí ninguna opinión de ellos.

Sólo algunas precisiones que hemos incorporado, son producto de observaciones hechas por algún lector preocupado porque haya confundido nombres provocando una imagen falsa de promiscuidad de los revolucionarios, a quienes respeto y quiero profundamente.

Carlos trata el texto con ternura de alto vuelo crítico, pues descubre que los presuntos fantasmas somos seres de carne y hueso, esperando que se nos de la palabra para decir nuestra verdad escondida en la vergüenza de no poder exhibir nuestras propias tumbas.

Ese es el lector que me induce a publicar esta segunda o primera formal edición, a la que se ha incorporado solamente 4 anécdotas por sugerencia de mis camaradas y amigos o por hacer justicia al recuerdo de quienes seguirán siendo mis maestros, mis hermanos y compañeros.*

Te envío esta carta para anunciarte que estoy reuniendo los centavos y billetes para esta gesta de andante caballería, pues el mecenas que había comprometido financiarla, ha entrado en quiebra en este tiempo de las cosas difíciles.

No te molestes en responderme. Escribe y publica tus propias memorias, para reivindicar la devoción y sincera entrega de nuestra vida a la causa de la felicidad colectiva, de todos, para siempre: el comunismo.

Para rescatar el valor histórico de las memorias, Carlos apunta, con justeza, que la visión personal agrega vitalidad a los hechos, ya que tomar como su única realidad al documento, es como exhumar datos petrificados.

Pero la descripción de la vida es tan compleja, que paradójicamente, las memorias individuales donde se trasunta escalas de valores, estereotipos, prejuicios, parte del bagaje personal y cultural, intereses, gustos, es decir lentes propios, la verdad surge más clara aún de los errores, de la coloración pasional, de las confusiones, extrapolaciones, de los afectos y desafectos, que de la presunta calidad de “prueba plena” que se les atribuye a los documentos, heurísticamente trabajados con la pretendida ascepcia del historiador.

En algún pasaje de Dos alas…, mencionamos las falsificaciones históricas registradas en los anales. Con frecuencia los documentos incorporan datos falsos por ignorancia o impericia de sus autores o introducidos deliberadamente, para mostrar una imagen distinta de los hechos.

Es la frecuente incongruencia entre la acción y el discurso.

El documento, con frecuencia, es la versión que su autor quiere que se consolide como verdad, incluso falsificando los hechos. Se llega al extremo de modificar textos, para su versión pública, incluso por quienes consideran como virtud revolucionaria decir la verdad, aunque duela, para usarla autocríticamente. Carlos comprobó con gran asombro cuántas veces se modifica los textos (incluso en Diarios de campaña) para la “cultura de masas”, preservando el tono épico de los hechos, sustituyendo las “debilidades” líricas o románticas que los seres humanos registraron y que no serían “aceptables” para la historia, por frases inmortales ad usum delphini. Gustavo Rodríguez también lo apunta con precisión.

De esta suerte aún las presuntas falsedades del registro individual son el camino más seguro para desentrañar la verdad histórica, que el documento ideológicamente adherezado.

Nos excluyeron de esa memoria, condenándonos , en globo al ostracismo, por las vacilaciones y traiciones de dirigentes que tenían el poder y la imagen partidaria. Por eso la experiencia post Ñancahuazú pareciera ser una gesta completamente alejada de la larga marcha del marxismo en Bolivia y sustituida por la “nueva izquierda” no contaminada con el comunismo, hasta en términos personales (estudiantes reclutados en el extranjero o probados enemigos de la izquierda marxista y aún “marxistas” no comunistas o comunistas penitentes), sin que esto demerite su holocausto.

He ahí la doble crisis de identidad: El pecado original de ser comunistas y el de habernos distanciado de quienes no eran comunistas aunque se adueñaran del Partido Comunista.

Los unos borraron de la historia la lucha, el sacrificio y la sangre entregada por los comunistas y los otros nos excomulgaron y “derogaron” nuestra lucha comunista en y fuera del Partido.

Por eso es que vale la pena escribir con espontaneidad, sin la imparcialidad del cientista-investigador, nuestra visión personal de los hechos, tal cual impactaron en nuestra conciencia y en nuestra vida. Sin el maniqueísmo de los dueños de la verdad o de quienes creen que la pureza e impureza existen fuera de la química teórica.

Recuperemos esa identidad y constataremos que no somos una generación perdida, sino enterrada como la semilla. Vendrán quienes cosechen esa siembra.

No me lean. Escriban.

Enero del 2011

Ramiro Barrenechea Zambrana

*Un poco de agua fresca, Exorcismo para desnacer la fuente, Savia nutricia de la Revolución y Conspiración de las hetairas.

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